Logo de Beunicoos
History of Spain
Psiquiatría poco a poco: Emociones y psicoterapia
¡UPS! Para ver vídeos en la web debes estar registrado, es totalmente gratuito.

2.377 visualizaciones

“Medio mundo está loco y al otro medio le falta poco”

La psiquiatría, como nuestro mundo y cada uno de nosotros, está en permanente cambio, pero la historia nos ha mostrado que ese cambio es más valioso si surge de la evolución que de las revoluciones

Y para que ese cambio tenga fundamento, merece la pena atreverse a tomar la decisión de creer en aquello que intuimos, pero no vemos nítidamente. El proceso de crecimiento en madurez del ser humano, consiste en aprender a discernir entre lo verdadero y lo falaz, o sea, dar verdadero valor a lo sólido y duradero. Y por eso la psicoterapia podría resumirse de un modo minimalista en acompañar a las personas en el proceso de aumento de valor de su vida.

Empecemos por el principio. Las personas tenemos una serie de necesidades, y el valor de cada cosa corresponderá con la capacidad de nutrir esas necesidades de modo auténtico y duradero.

Las necesidades primarias son la respiración, la alimentación, el descanso, el alivio del dolor o la excitación.

Después tenemos necesidades de seguridad como las económicas, familiares y de salud.

Ya de un modo más inmaterial las necesidades de afecto y de sentirse querido y cuidado.

A continuación la necesidad de reconocimiento, de sentirse valioso.

Y finalmente la necesidad de que nuestra vida tenga un sentido a través de la autorrealización, con el desarrollo de la creatividad y con la capacidad de aceptación de problemas y de su resolución.

¿Y cómo sabemos en cada momento si estamos cubriendo esas necesidades? Pues en aquellas necesidades que afectan a nuestro cuerpo, gracias a las sensaciones, y en aquellas que afectan a nuestro ser, gracias a las emociones. Todas las emociones son útiles e informativas.

Existen seis emociones básicas: ira, miedo, tristeza, asco, asombro y alegría.

Sentimos ira, cuando algo nos priva injustamente de afecto, reconocimiento o sentido y eso nos puede mover a luchar.

Sentimos miedo, cuando algo superior a nuestras fuerzas amenaza nuestras necesidades y eso nos mueve hacia el alejamiento en forma de huida, o al bloqueo.

Sentimos tristeza, cuando experimentamos una perdida como inevitable y eso nos mueve a llorar.

Sentimos asco, cuando percibimos que los medios para cubrir nuestras necesidades son tóxicos.

Sentimos ilusión, cuando experimentamos que algo promete cubrir nuestras necesidades y eso nos puede mover a buscarlo o construirlo.

Sentimos alegría, cuando algo está cubriendo adecuadamente nuestras necesidades y nos produce un emoción agradable o positiva.

La anticipación de emociones de asombro y alegría nos produce deseo, mientras que las emociones de ira, miedo, tristeza y asco generan inquietud. Tanto el deseo como la inquietud generan la ansiedad.

Por ello el primer mandamiento del buen manejo de las emociones es contactar con ellas de manera consciente, pero evitar la obediencia automática: Siente la emoción, y obsérvala sólo cuando la hayas templado (por ejemplo cuenta hasta 10) o, como la sopa demasiado caliente (“sopla” y espera a que se enfríe).

Pero la psicoterapia es mucho más que manejar emociones.

Aunque empezó siendo un mero conjunto de pautas para modificar conductas, y pasó por una etapa en la que se analizaba el significado de cada sentimiento y cada conducta, actualmente crecen las terapias de tercera generación donde el terapeuta acompaña y ayuda al paciente, a recorrer ese proceso de sentir con paz, pensar con claridad y actuar en libertad.

Vivir plenamente, poniendo en juego todas nuestras cualidades, nos permite una atención plena de la realidad que nos rodea y de la que somos parte.

“El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento, no podemos cambiarlo sin cambiar la forma de pensar”

No somos sólo lo que pensamos; las preocupaciones, los duelos... forman parte de la memoria, que es pasado, o de la imaginación, que es futurible, y si nos centramos excesivamente en ellos nos alejan de vivir plenamente el presente, el ahora.

Por eso, quién quiera vivir plenamente tendrá que cultivar bien la propia vida, en varias facetas:

Con el cuidado del cuerpo: la higiene, la alimentación, el deporte y el descanso.

Cuidando la mente, con la buena compañía, el desarrollo personal y cultural.

Y con el cuidado de las personas del entorno más cercano y familiar y también del social menos próximo.