History of Spain
Velázquez: Biografía y obras más importantes
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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nace en 1599 en la ciudad de Sevilla, una de las más pujantes de España en ese momento, donde su padre de origen portugués se asentó y donde el pintor adoptó el apellido de su madre, Velázquez.
Comienza su formación como pintor en el taller de Francisco Herrera para continuar, al cabo de poco tiempo, en el de Francisco Pacheco, que se convertiría en su suegro.
Su primera etapa pictórica estará influenciada por la técnica del claroscuro de Caravaggio, que plasmará en sus bodegones como la Vieja friendo huevos o El aguador de Sevilla y también en obras de temática religiosa, como La adoración de los Magos. Esta técnica la volverá a emplear años más tarde en El triunfo de Baco, cuadro conocido como Los borrachos, donde se destaca el realismo de los personajes, sacados de la calle y la luminosidad centrada en el dios Baco, junto con los brillos de las piezas de vidrio y cerámica. Velázquez será un genio en el tratamiento de la luz.
El conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, abogó por la participación de andaluces en la corte y en 1623 Velázquez sería nombrado pintor del rey con tan solo 24 años. En Madrid conoció a Rubens con quien compartió su admiración por Tiziano. Solicitará permiso al rey para poder viajar a Italia con el fin de ampliar su formación, donde conocerá la obra de Miguel Ángel, Rafael y Bernini. Allí pintó La fragua de Vulcano, un cuadro que representa la fábula de Apolo informando a Vulcano del adulterio de su mujer Venus con Marte, y también el cuadro La túnica de San José. Ambas obras reflejan la influencia italiana recibida.
Nuevamente en la corte, pinta una serie de retratos reales tales como el príncipe Baltasar Carlos, Felipe III y Felipe IV a caballo, un animal al que Velázquez dio gran importancia en su pintura. Estos pertenecen a una raza especial, mezcla de la robustez de los ejemplares flamencos con la rapidez y elegancia de los caballos andaluces.
También pinta cuadros de batallas como La rendición de Breda, llamado Las lanzas, que representa la victoria de los tercios frente a las tropas de los Países Bajos en el contexto de la guerra de los Ochenta Años.
En esta época pinta los enanos o bufones de la corte, además del Retrato de Felipe IV de castaño y plata, donde se anticipa al impresionismo mediante pinceladas rápidas que dan sensación de gran detalle; o cuadros mitológicos como Esopo, Menipo y Marte descansando; y otros de carácter religioso, como su Cristo crucificado.
Viaja por segunda vez a Italia por mandato real para la adquisición de obras de arte. En Roma pinta dos grandes retratos, el de su sirviente Juan de Pareja y el del Papa Inocencio X, quien al ver el cuadro exclamó asombrado: “Troppo vero”. También pinta en Italia la Venus del espejo, donde la diosa se encuentra desnuda y tendida de espaldas contemplando su rostro en un espejo.
Cuando vuelve a Madrid, realiza sus dos grandes obras maestras; Las Meninas, que representa a la infanta Margarita rodeada de sus sirvientes y donde Velázquez se autorretrató al tiempo que, en un espejo colocado al fondo del cuadro, pinta reflejada la imagen de los reyes y donde las miradas de todos los personajes se dirigen al espectador. La otra gran obra maestra es Las Hilanderas, que representa la fábula de Atenea y Aracne, y donde podemos ver la innovación técnica de la rueca en veloz movimiento.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nace en 1599 en la ciudad de Sevilla, una de las más pujantes de España en ese momento, donde su padre de origen portugués se asentó y donde el pintor adoptó el apellido de su madre, Velázquez.
Comienza su formación como pintor en el taller de Francisco Herrera para continuar, al cabo de poco tiempo, en el de Francisco Pacheco, que se convertiría en su suegro.
Su primera etapa pictórica estará influenciada por la técnica del claroscuro de Caravaggio, que plasmará en sus bodegones como la Vieja friendo huevos o El aguador de Sevilla y también en obras de temática religiosa, como La adoración de los Magos. Esta técnica la volverá a emplear años más tarde en El triunfo de Baco, cuadro conocido como Los borrachos, donde se destaca el realismo de los personajes, sacados de la calle y la luminosidad centrada en el dios Baco, junto con los brillos de las piezas de vidrio y cerámica. Velázquez será un genio en el tratamiento de la luz.
El conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, abogó por la participación de andaluces en la corte y en 1623 Velázquez sería nombrado pintor del rey con tan solo 24 años. En Madrid conoció a Rubens con quien compartió su admiración por Tiziano. Solicitará permiso al rey para poder viajar a Italia con el fin de ampliar su formación, donde conocerá la obra de Miguel Ángel, Rafael y Bernini. Allí pintó La fragua de Vulcano, un cuadro que representa la fábula de Apolo informando a Vulcano del adulterio de su mujer Venus con Marte, y también el cuadro La túnica de San José. Ambas obras reflejan la influencia italiana recibida.
Nuevamente en la corte, pinta una serie de retratos reales tales como el príncipe Baltasar Carlos, Felipe III y Felipe IV a caballo, un animal al que Velázquez dio gran importancia en su pintura. Estos pertenecen a una raza especial, mezcla de la robustez de los ejemplares flamencos con la rapidez y elegancia de los caballos andaluces.
También pinta cuadros de batallas como La rendición de Breda, llamado Las lanzas, que representa la victoria de los tercios frente a las tropas de los Países Bajos en el contexto de la guerra de los Ochenta Años.
En esta época pinta los enanos o bufones de la corte, además del Retrato de Felipe IV de castaño y plata, donde se anticipa al impresionismo mediante pinceladas rápidas que dan sensación de gran detalle; o cuadros mitológicos como Esopo, Menipo y Marte descansando; y otros de carácter religioso, como su Cristo crucificado.
Viaja por segunda vez a Italia por mandato real para la adquisición de obras de arte. En Roma pinta dos grandes retratos, el de su sirviente Juan de Pareja y el del Papa Inocencio X, quien al ver el cuadro exclamó asombrado: “Troppo vero”. También pinta en Italia la Venus del espejo, donde la diosa se encuentra desnuda y tendida de espaldas contemplando su rostro en un espejo.
Cuando vuelve a Madrid, realiza sus dos grandes obras maestras; Las Meninas, que representa a la infanta Margarita rodeada de sus sirvientes y donde Velázquez se autorretrató al tiempo que, en un espejo colocado al fondo del cuadro, pinta reflejada la imagen de los reyes y donde las miradas de todos los personajes se dirigen al espectador. La otra gran obra maestra es Las Hilanderas, que representa la fábula de Atenea y Aracne, y donde podemos ver la innovación técnica de la rueca en veloz movimiento.